Cinnamon Girl.


Richie llegó de improviso aquella tarde. No se habían visto en semanas. Desde que rompieron abruptamente en aquel parque cerca al departamento de Marie, él se había esfumado como la niebla al dispersarse y ahora estaba parado ahí en su puerta a primera hora tocando el insoportable timbre una y otra vez.

-¡Ya va! Demonios como la gente puede joder a esta hora y una así con toda la maldita gripe encima… -Marie se quejaba del escándalo de su timbre hasta que abrió la puerta y se quedó boquiabierta.



-Ni enferma dejas de renegar, mujer –Richie estaba parado con un desparpajo poco característico en él.  – ¿Me dejas pasar? Necesito que me devuelvas el iPod. –dijo, con una frialdad que enfermó más a Marie.

-Lo vendí –Le espetó sin demora.

-No es cierto, mentirosa ahí está lo estoy viendo en tu cómoda –le dijo él sin esperar ni un segundo. Extrañaba discutir de esa forma con ella.

-No puedo dártelo, no ahora, lo necesito –Marie sentía como el calor de la fiebre se intensificaba en todo su cuerpo menos en sus pies descalzos pisando el parquet frío.

-¿Por qué no? Ya lo tuviste demasiado tiempo, además hay una canción que no quiero perder el rastro –Richie tenía una actitud retadora, pero solo por fuera. El deseaba con todas sus fuerzas abrazarla.

-¿Cinnamon Girl? ¡Ha! –Marie quería ponerlo en su sitio, dedicarle los insultos más horribles que su garganta inflamada podría arrojar pero simplemente no podía, lo extrañaba demasiado, quería tocar su mejilla caliente con la de él y decirle cuanto lo añoraba.

-¿Dejas tu arrasador sarcasmo un momento Marie? Lo necesito ahora, viajaré en la noche y no quiero estar sin el iPod –Se mantenía firme a pesar… -Veo que no has cambiado nada, sigue igual como lo dejé hace tres meses –a pesar de que deseaba quedarse ahí para siempre.

-Sabes qué, no necesito esto. Te daré el ipod, no mejor no, porque no se me da la reverenda y puta gana de dártelo así que te puedes ir por don….de.... –Marie se desvanecía en medio de la furia que llegaba de su interior, las fuerzas la abandonaban, sentía desplomarse, difuminarse, convertirse en bruma y elevarse. Quería caer y flotar.

Cuando Marie abrió los ojos, era de noche. Había dormido todo el día al parecer. Se encontraba en su cama, con el ipod en el parlante, sonando Strange Brew de Cream. Su canción favorita por aquel tiempo. Escuchó ruidos en su cocina, quiso levantarse pero no pudo. Una voz llegaba de aquella parte del departamento, preguntaba algo. Algo de comer, algo de beber, un ¿cómo te sientes?, un me preocupé demasiado cuando te desmayaste, un no debes esforzarte demasiado, otro ¿quieres algo? Y finalmente un “mi amor”. Ella volvió a cerrar los ojos mientras Cream tocaba la última estrofa.

-Esto es un maldito sueño, debe serlo. No quiero despertar. –Sonrió y el sueño con fiebre la dejó dormida otra vez.